Una multitudinaria manifestación en Madrid pide el fin del «racismo estructural» en España.
Las diferentes comunidades racializadas han salido a la calle ayer domingo 12 de noviembre, para pedir la derogación de la Ley de Extranjería cuando se cumplen 25 años de la muerte de Lucrecia Pérez, víctima del racismo en nuestro país.
También solicitan la creación de normativas que reconozcan la diversidad en España.
Se notaba que tenían ganas de gritar. Transmitían rabia, fuerza y una indignación contenida que este domingo han hecho explotar: centenares de personas migrantes y racializadas han salido a la calle en Madrid para denunciar el «racismo estructural en España» en la que, defienden, ha sido una «manifestación histórica» por ser ellas, las personas que sufren discriminación, quienes lideran la protesta.
Llevaban semanas preparando una marcha que, decían, no sería como las anteriores. La razón se encuentra en la primera línea de la larga hilera de manifestantes que ha recorrido la calle Alcalá: representantes de las diferentes comunidades migrantes y racializadas residentes en España, sin ningún partido político u organización convocante, han encabezado la multitudinaria protesta que pretende ser «el principio de un nuevo movimiento antirracista».
«Es una semilla que se está plantando para hacer de esta lucha un proyecto político», resume Paula Guerra, representante de la comunidad latinomericana, poco antes del inicio de la manifestación. «Pedimos el fin del racismo estructural, que nos afecta en todos los ámbitos de nuestra vida, y que la sociedad española tome consciencia de lo racista que es».
Lo hacen con una gran lista de reivindicaciones bajo el brazo. «Levantamos la voz para exigir la derogación de la Ley de Extranjería, el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros, el fin de las redadas racistas, las devoluciones en caliente, las deportaciones exprés, la militarización de las fronteras», solicitan a través de su manifiesto.
Franciso Godoy, de origen chileno, destaca una de las razones por las que ha salido a la calle este domingo: no olvidar la herencia racista derivada de la época colonial. «La necesidad de denunciar que tenemos voz y que hay muchas injusticias que han pasado en el territorio español desde hace ya más de 500 años», sostiene.
«El racismo no es un invento de ayer» continúa Godoy. «El racismo estructural español viene de la conquista y tiene que ver con esa memoria de dolor que vivimos todavía». En esta línea se enmarca otras de las propuestas de los manifestantes, pues exigen la creación de una «ley de reconocimiento de las comunidades racializadas», que incluya el impulso de «políticas públicas dirigidas a la protección de la diversidad».
«Hay que reconocer que España no es blanca en su totalidad», resume el chileno. A ello añaden la necesidad de desarrollar «una reparación histórica», que conlleve la retirada de «todos los monumentos y calles relacionados con la conquista». «¿Por qué estos no son cuestionados con la Ley de Memoria histórica?», se pregunta.
El recuerdo de Lucrecia Pérez, asesinada por ser negra
Entre las personas asistentes, algunas estaban presentes aunque no caminaban junto a ellas. Es el caso de las víctimas del racismo, a las que los manifestantes han recordado con numerosos gritos y cánticos en un día importante porque, sostienen, la fecha no está escogida al azar: hace 25 años, la dominicana afrodescendiente Lucrecia Pérez fue asesinada por ser «inmigrante, negra y pobre».
La mujer fue matada a tiros en Madrid por cuatro personas, entre ellas, un guardia civil ultra. Ocurrió el 13 de noviembre de 1992. 25 años después, las comunidades afrodescendientes, musulmanes, gitanas, asiáticas y africanas han gritado también por Lucrecia en las calles madrileñas.
Nancy, también de origen dominicano, reflexiona sobre su paisana y el significado de su asesinado mientras camina en medio de la multitud. «Vine en la misma época que ella y lo viví muy de cerca. Me reunía en Aravaca con mis compatriotas y era un momento muy delicado», indica la mujer, que recuerda perfectamente el día del crimen. «Llegué a la casa donde trabajaba y me informaron de que había muerto una paisana porque habían asaltado un comercio. Yo enseguida me eché a llorar, porque sabía que era mentira. Poco a poco se desmintió esa versión. Era un acto racista».
«Me podía haber pasado a mí. El ambiente era muy hostil contra el racismo», añade la dominicana. Y, ahora, ¿España sigue siendo racista? «Sí, sí que lo es. Pero muchas veces el racismo solo lo percibe la persona a la que va dirigido. Por eso a veces no entienden nuestras protestas», sentencia Nancy.
Muy cerca, Omar, de la comunidad afrodescendiente, contesta una respuesta similar. «La gente piensa que España no es racista, pero eso significaría que no importa el color de piel. Sin embargo, yo llevo más tiempo en España que en mi país de origen pero, si voy en el metro con un blanco, me piden a mí los papeles y a él no. Eso es racismo», afirma el senegalés que trabaja en una asociación en Bilbao.
«Por eso lo más importante es luchar contra el racismo institucional. El de la calle se cura desde las escuelas. Pero el institucional hace que se expanda aún más», señala Omar.
A medida que la cabecera de la marcha se aproximaba a la Puerta del Sol, punto y final de la manifestación, los lemas y cánticos aumentaban su volumen. Los manifestantes parecían intentar hacer llegar sus mensajes a la multitud de personas que observaban su llegada en la céntrica plaza madrileña con cierta curiosidad: «Cristóbal Colón fue un genocida», «Aquí las negras también importan», «CIES no», «Nuestra cultura no es un disfraz», «Madrid será la tumba del racismo», han gritado con energía.
A su llegada, ha comenzado la lectura del manifiesto, leído por representantes de las diferentes comunidades racializadas: afrodescendiente/negra, gitana, latinoamericana, musulmana/árabe y asiática. «Somos una marea antirracista. Queremos reparación a los daños históricos y presentes causados sobre nuestros cuerpos y los de nuestros antepasados», han defendido.
«Somos las nietas de las indias que el colonialismo no pudo matar, somos las nietas de las negras que el eurocentrismo no pudieron exterminar. somos las nietas de las comunidades racializadas que la supremacía blanca de Europa no han podido asesinar», han añadido, animados por la multitud de personas que aplaudían cada intervención.
Los bailes y la cara de Bella denotaban su alegría al finalizar la manifestación. Esta joven española reconoce estar «harta» de que la llamen «negra de mierda por la calle». Pero hoy no le duele: «Poco a poco nos hemos ido contagiando la energía. Vernos a todas las comunidades unidas ha sido muy emocionante y tenemos que seguir. Tenemos que continuar esta red de apoyo para que toda persona que sufra el racismo en España sepa que no está sola«, ha concluido.
Reportaje a los organizadores: http://bit.ly/2m6hrmS
Video lectura del Manifiesto: https://www.youtube.com/watch?v=VLWr2ehkCkY