Los profesionales exigen que sus bajas por coronavirus sean reconocidas como accidentes laborales al igual que ha ocurrido con médicos y enfermeras
La pandemia del coronavirus se cebó en su fase más aguda con las residencias catalanas. La falta de previsión, sumada a la escasez de recursos materiales, dejó un reguero de contagios y muertes entre los ancianos. Pero los trabajadores de los geriátricos también se convirtieron en víctimas propicias del virus, contrayendo la enfermedad por su contacto directo con la población de riesgo.
Sin embargo, a muchos de ellos no se les ha reconocido su diagnóstico como enfermedad laboral. Pese a que estuvieron de baja tras contagiarse del patógeno, sus expedientes han sido clasificados por las mutuas como simples contingencias comunes amparándose en la legislación promulgada por el Gobierno durante el estado de alarma. Ahora los trabajadores han llevado sus reclamaciones ante los tribunales.»
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