Durante 2018 se produjeron un total de 93.667 accidentes de trabajo frente a los 89.015 de 2017, lo que supone un aumento del 5,23%. Los accidentes en jornada laboral (en el centro de trabajo) crecieron en un 5,51% y los accidentes in itínere en un 3,95%. Los accidentes graves pasan de 419 a 420, y los mortales de 56 a 72.
Los datos más preocupantes son los referidos a los accidentes mortales y graves en jornada laboral (excluyendo los que se producen in itínere): los accidentes graves han pasado de 286 a 311 y los mortales de 39 a 57, lo que implica un incremento del 8,74% y del 46,15% respectivamente, y supone que el índice de incidencia acumulada (últimos 12 meses) de los accidentes graves y mortales haya aumentado un 4% y un 40,3% respectivamente.
Por sectores de actividad se produce un incremento en todos los sectores (excepto agricultura), siendo el sector de la Construcción el que mayor crecimiento presenta en accidentes totales (+16,02), mientras que en accidentes mortales lidera el aumento el sector de Industria (+75%), seguido del sector de Servicios (+44%) y del de la Construcción (+10%).
Por sexo, las mujeres continúan teniendo un mayor protagonismo en los accidentes in itínere, de tal forma que de 16.856 accidentes in itínere, 10.044 (59,6%) fueron en mujeres y 6.812 (40,4%) en hombres. Esta diferencia está directamente ligada a la mayor precarización del trabajo femenino, ya que a las mujeres les afecta en mayor medida las jornadas irregulares, los trabajos parciales no deseados y la necesidad de simultanear varios empleos, lo que les obliga a un mayor número de desplazamientos y además, habitualmente con tiempos muy marcados también por la doble presencia y las necesidades en torno a la conciliación de la vida laboral, familiar y social.
En el análisis según la forma del accidente hay que destacar que las muertes por patologías no traumáticas siguen cobrando una gran importancia, representando el 44,4% del total de accidentes mortales, en el caso de los accidentes graves la relación se invierte siendo las formas “traumáticas o tradicionales” las que ocupan el 50,5%.
Las muertes por patologías no traumáticas son aquellas producidas por derrames cerebrales, infartos, etc., y que están directamente relacionadas con el aumento de la exposición a factores psicosociales que se ha producido durante los últimos años, fruto de la crisis y la reforma laboral que han consolidado una organización del trabajo nociva para los trabajadores y trabajadoras.
Detrás de esas muertes se encuentra la precariedad y la explotación laboral, y sus características: aumento de la producción a toda costa, de los ritmos y las cargas de trabajo, desregulación de los horarios laborales, descansos inadecuados, desprecio a las medidas de seguridad, salarios de pobreza y un desempleo tan elevado que obliga a los trabajadores y trabajadoras a soportar situaciones de explotación laboral denigrantes y mucha presión y vulnerabilidad, y con niveles de estrés tan extremos que a veces concluyen con la muerte por infarto, ictus, etc.
Para co.bas, no basta sólo con mejorar las medidas preventivas, y el control legal sobre los incumplimientos en materia de prevención de riesgos laborales. Hay que acabar con el desempleo, con la explotación laboral y con la precariedad de las condiciones laborales y salariales. Mientras eso no suceda, y la clase política siga haciéndole el juego al capitalismo, no dejarán de caer trabajadores y trabajadoras. Porque no les importa nuestra vida ni nuestra salud. Sólo les importa su asqueroso dinero.